El
perredismo chilango celebró por adelantado la fecha decembrina de los Santos
Inocentes, y es que este fin de
semana aprobó la irrisoria convocatoria para elegir a los candidatos que los
representarán en las elecciones del 2018.
Los requisitos para los interesados rebasan por mucho el sabiondo y anquilosado Manual de urbanidad y buenas manerasde Manuel Carreño, que buscaba conformar individuos intachables, virtuosos y de astringencia ética y moral.
El documento aprobado por el sol azteca, solicita o más bien invoca en su génesis utópica, "antigüedad mínima de 6 meses", es decir, se anulan por completo creencias, militancia y doctrinas anteriores.
"Estar al corriente en el pago de sus cuotas estatutarias ordinarias y extraordinarias", en otras palabras, que si apoquinan el tributo, son confiables en ipso facto para la economía partidista y responsabilidades a futuro.
"Presentar su declaración patrimonial, fiscal y de intereses"; en palabras llanas este requerimiento denota la urgencia de contratar un contador "machín" que cuadre y garantice la austeridad en su 3 de 3 durante los eventuales encargos públicos. (obviar al de Alejandra de Barrales).
El listado señala que los postulantes se comprometen a no incurrir en ninguna práctica ilegal, tal vez sea necesario que se metan en la máquina del tiempo para seguir los postulados decimonónicos de Carreño sobre higiene mental, pulcritud y respeto a las normas de servicio humano y social.
¡Zaz!, ante tales requerimientos, probablemente el PRD se quede sin candidatos, pero como es imposible encontrar lo que buscan, es decir, políticos santificados a su labor y responsabilidad ciudadana, tendrán que conformarse con los aspirantes de siempre, cínicos, escurridizos, alcahuetes y de dudosas maneras.
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